lunes, 1 de diciembre de 2008

La añañuca





Cuentan que en tiempos previos a la Independencia, cuando el Monte Patria de la tierra alta todavía se conocía como Monte Rey, habitaba allí una bella joven indígena de nombre Añañuca.Un día, llegó al pueblo un joven minero que pasaba por allí en busca de un tesoro. El joven quedó prendado de la belleza de Añañuca, y lo mismo le sucedió a ella con él. Los dos, perdidamente enamorados, decidieron unir sus vidas y vivieron felices durante un tiempo.Pero una noche, el joven tuvo un sueño en el que un duende le avisaba del lugar secreto donde se encontraba el tesoro que por tanto tiempo había buscado. A la mañana siguiente, el muchacho partió en su busca, sin avisarle a nadie, ni siquiera a su amada. Pasó el tiempo y el joven minero nunca regresó.Con un dolor inmenso por la pérdida de su amado, Añañuca perdió las ganas de vivir y finalmente, también murió.Un día de lluvia, los pobladores llevaron el cuerpo de la joven a su sepultura en un lugar de la montaña, pues pensaron que ella así lo hubiera querido. Pero al día siguiente, con la salida del sol, los mismos vecinos amanecieron y presenciaron un sorprendente suceso. El lugar del valle donde había yacido el cuerpo de la joven, estaba ahora cubierto por una abundante capa de hermosísimas flores rojas.Es por ello que la leyenda asegura que Añañuca se convirtió en flor, como un gesto de amor a su amado, pues de esta manera permanecería siempre cerca de él.Así fue que se otorgó, a esta bella y desconocida flor, el nombre de Añañuca, flor a la que actualmente también se le conoce como "flor de la sangre", tanto por su color, como por la tragedia y pérdida de dos jóvenes vidas.

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